Introducción
El Accidente cerebrovascular (ACV) es la enfermedad
neurológica responsable del mayor número de muertes y
secuelas, que pueden ser leves o severas conduciendo a
la postración y la dependencia del cuidado de terceros.
El tratamiento agudo tiene como objetivo minimizar el
daño y prevenir complicaciones, a excepción de la
trombolisis que procura restablecer el flujo sanguíneo
pero es aplicable a un número pequeño de pacientes.
Por el momento la prevención es la herramienta más
eficaz para disminuir la mortalidad, y en este sentido
el accidente isquémico transitorio (AIT) constituye una
oportunidad para identificar pacientes con alto riesgo.
Entre el 15 a 20% de los
pacientes que presentan un ACV reportan síntomas previos
de Accidente isquémico transitorio (AIT).
El concepto “tradicional” de AIT hace referencia a un
déficit neurológico focal, de probable origen vascular,
que se resuelve antes de transcurridas las 24 horas.
Esta concepción del proceso “suponía” que la resolución
de los síntomas se debía a que ningún daño permanente
ocurría sobre el tejido cerebral. Se designaba como
déficit neurológico isquémico reversible a aquellos
cuadros donde la sintomatología se resolvía entre las 24
horas y los 7 días. El término, ACV se reservaba para
los pacientes en quienes el déficit persistía luego de
una semana, interpretando que esta persistencia se debía
a un auténtico infarto cerebral.
Para la década del 70 era
evidente que la mayoría de los pacientes con déficit
focales de duración mayor a un día presentaban infartos
cerebrales restándole valor práctico al concepto de
evento reversible. Con el desarrollo de neuroimágenes
cada vez más eficientes y sensibles pudo comprobarse que
muchos de los “AIT” provocaban daño cerebral permanente.
Con técnicas de Resonancia nuclear magnética por
difusión (RNM-d) se ha reportado la presencia de signos
de infarto cerebral hasta en un 30% de los pacientes con
AIT.
Estos hallazgos ponen de relieve lo equivocado de
considerar un límite temporal arbitrario (24 hs.) para
definir al AIT.
En cierto modo la influencia de considerar la
desaparición de los síntomas como un “no infarto”
entraña la posibilidad de subestimar el peligro. En la
actualidad esta entidad continua siendo sub-reportada,
sub-diagnosticada y sub-tratada.
El AIT es una urgencia y una oportunidad para la
prevención dado que el riesgo de ACV es elevado, en
especial en los primeros días, por lo que se requiere un
enfoque agresivo en términos de evaluación, tratamiento
y prevención.
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