TRATAMIENTO
El tratamiento consiste en retirar el fármaco
precipitante, medidas de soporte vital, control de
la agitación, de la hipertermia y de la
inestabilidad autonómica.
Los pacientes con síntomas serotoninérgicos
moderados a severos deben ser admitidos al hospital
y aquellos con hipertermia a una Unidad de Cuidados
intensivos (5).
En algunos casos sólo con suspender el fármaco
precipitante y con medidas generales los síntomas se
resuelven en 24 horas. En otros casos, a las medidas
previas es necesario añadir el uso de
benzodiacepinas, para controlar las crisis
convulsivas y la hiperactividad muscular. Las
medidas de sujección física deben evitarse. Hay que
estar alerta porque pueden producirse empeoramiento
clínico rápido. En casos moderadamente graves es
necesario administrar fármacos de acción antagonista
5- HT2A como la ciproheptadina a dosis inicial de
4-8 mg oral o por sonda que puede ser repetido cada
2 horas (5), seguido de una dosis de mantenimiento
de 8 mg cada 6 horas; si no hay respuesta con una
dosis de 16 mg, debe suspenderse su administración.
Si hay respuesta se puede continuar en dosis
divididas hasta 32 mg al día (8 mg 4 veces al día).
Cuando la hipertermia está por encima de 41º C puede
ser necesaria la parálisis neuromuscular con agentes
no despolarizantes y la intubación orotraqueal. Los
antipiréticos no tienen papel en el manejo de la
hipertermia en la que no interviene el hipotálamo
sino la actividad muscular. La succinilcolina debe
evitarse por el riesgo de arritmias que pueden
producir la asociación con hipercalcemia que se
produce con la rabdomiolisis. Fármacos como la
bromocriptina, el propanolol o el dantrolene no se
recomiendan (27). Existen casos aislados de
respuesta adecuada con mirtazapine (29) La
clorpromacina también ha mostrado beneficio, que
puede causar hipotension y distonias. Se deben
administrar soluciones intravenosas para mantener
una uresis de 50 a 100 ml/h y disminuir el riesgo de
mioglobinuria. Es recomendable agregar bicarbonato
de sodio a estas soluciones. (1)