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Comentario
Prof. Dr. Alcides A. Greca
•
Profesor Titular de la 1º Cátedra de Clínica Médica y
Terapéutica - UNR
•
Director de la Carrera Universitaria de Postgrado de
Especialización en Clínica Médica-UNR
•
Jefe del Servicio de Clínica Médica - Hospital
Provincial del Centenario - Rosario
• Ex
Presidente de la Sociedad de Hipertensión Arterial de
Rosario
Esta interesante revisión y discusión crítica de la
literatura sobre puntos de controversia acerca del
tratamiento de la hipertensión arterial permite sacar
algunas conclusiones de aplicación práctica en el
paciente individual que nos visita en el consultorio,
que suele diferir de los pacientes que reúnen los
criterios de inclusión de los estudios multicéntricos.
Uno de los más comunes errores que se cometen al querer
trasladar las conclusiones de los grandes estudios a la
práctica clínica es que muchas veces, intentamos aplicar
las mismas a pacientes que en tales estudios hubieran
sido excluidos.
Ya hay suficiente evidencia de que la hipertensión
arterial debe tratarse en todos los pacientes, incluso
los muy añosos (estudio HYVET, recientemente publicado).
El nivel de presión a alcanzar es el más cercano posible
a la presión arterial óptima que el paciente tolere sin
presentar síntomas de hipotensión. También se sabe, tras
la evaluación de frondosa literatura, que la protección
cardíaca, renal y cerebral tanto en hipertensos puros
como en diabéticos con y sin hipertensión depende
fundamentalmente del adecuado control de la presión.
Es cierto que en individuos jóvenes, con larga
expectativa de vida, nos interesa además de controlar su
presión, evitar el empeoramiento de los otros factores
de riesgo como dislipidemia y resistencia a la insulina
y que esto es mucho más importante si los pacientes
tienen desde el comienzo criterios diagnósticos de
síndrome metabólico. En tales casos la primera opción
terapéutica debe ser un bloqueante del sistema renina-angiotensina.
Últimamente se está dando importancia a la capacidad de
los ARA de actuar como agonistas PPAR gamma selectivos y
favorecer de tal modo la sensibilidad a la insulina.
Sin embargo, y sin perder de vista lo antedicho, es
verdad tal como lo plantean los autores que la
literatura no permite aún establecer una clara
superioridad de ARA sobre IECA en hipertensión y además
estas nuevas drogas antihipertensivas tienen un costo
sensiblemente superior al de las drogas clásicas
(diuréticos y
β-bloqueantes)
lo cual es un elemento central en relación con la
adherencia al tratamiento, en especial para el paciente
de escasos recursos que se atiende en el hospital
público. Como mensaje al médico de atención primaria que
es quien ve el más alto número de hipertensos, luego de
leer este tan interesante artículo le diría: Baje Ud. la
presión con lo que tenga; eso es lo más importante para
disminuir el riesgo de su paciente. Si tiene la
posibilidad de escoger, inclínese por bloquear el
sistema renina-angiotensina en pacientes jóvenes, en
particular si tienen síndrome metabólico. No se prive de
usar diuréticos tiazídicos en bajas dosis, como
monodroga o en asociación en pacientes de edad avanzada,
en especial mujeres, en las cuales tienen el beneficio
adicional de reducir la excreción urinaria de calcio y
ayudar en la prevención y tratamiento de la
osteoporosis, ya que son drogas probadas y seguras y aún
con la posibilidad de empeoramiento del perfil
metabólico a largo plazo, los beneficios superan
claramente a los riesgos. |