Comentario
Prof. Dr. Fernando Filippini
• Prof. Adjunto de la 1º Cátedra de Clínica Médica y
Terapéutica – UNR
• Prof. Titular de la Carrera de Nutrición – UAI
• Ex Presidente de la Sociedad de Hipertensión Arterial
de Rosario
El sistema Renina-Angiotensina-Aldosterona y la Diabetes
La diabetes es una patología que resume e integra a los
distintos factores de riesgo cardiovasculares, causando
considerable morbimortalidad. A sus conocidas
complicaciones microvasculares debe agregarse un
incremento de dos a seis veces mayor riesgo de
trastornos macro vasculares, como enfermedad arterial
coronaria, accidente cerebro vascular y arteriopatía
periférica.
En tanto que la mortalidad coronaria en pacientes no
diabéticos ha mostrado declinación en los últimos
veinte años, no se han verificado cambios en la de
diabéticos tipo 2, en especial en los de sexo masculino.
La hipertensión arterial, a través de la activación del
sistema renina-angiotensina-aldosterona (SRAA) se
vincula fuertemente con las complicaciones macro y
microvasculares de la diabetes.
En efecto, la angiotensina tiene participación activa en
de la presión arterial, en las funciones y estructura
vascular, el crecimiento de células musculares lisas de
la pared arterial, etc. El mecanismo fisiopatológico es
hoy bien conocido, y se produce por la interacción de la
misma con el receptor AT1.Una vez producida dicha unión,
no sólo se modificará la presión arterial, sino también
se pondrán en marcha mecanismos inflamatorios que en su
momento, conducirán a la formación de lesiones
ateroscleróticas y a un acentuado estrés oxidativo,
deletéreo para el endotelio.
De allí la importancia de seleccionar tratamientos
antihipertensivos que no solamente desciendan valores
tensionales alterados, sino que además eviten
complicaciones peligrosas, como el empeoramiento del
control de la diabetes, o la progresión de lesiones
cuando ésta ya existe.
Los inhibidores de la enzima de conversión de la
angiotensina (IECA) han demostrado su utilidad en el
tratamiento de la hipertensión en pacientes diabéticos
con insuficiencia cardiaca, infarto de miocardio previo
o proteinuria.
Asimismo, el conocido incremento de los niveles de
bradiquinina que esta familia de drogas genera, es útil
para neutralizar efectos hipertensores de la
angiotensina, mejorar la perfusión coronaria, el
incremento del óxido nítrico y la performance
ventricular. Es aún motivo de controversia si la
obtención de estos efectos se debe a la acción de los
IECA sobre el sistema de las quininas, a la modulación
de la producción de angiotensina y aldosterona o a ambos
mecanismos.
En los últimos años se ha asignado enorme importancia a
la enzima convertidora de angiotensina ubicada en la
pared de los vasos. La producción local de angiotensina
tiene un rol decisivo en la proliferación de la pared
arterial, en los cambios estructurales, la hipertrofia
miocárdica, el remodelado cardíaco, así como en la
enfermedad coronaria y la aterosclerosis.
Se ha demostrado que en la fase inicial de la diabetes,
donde hay hiperglucemia sin glucosuria, hay un
incremento en la actividad de la renina plasmática y en
la resistencia vascular renal. Existen además mecanismos
vinculantes entre la angiotensina II y la patogenia del
corazón diabético.
La reducción de la presión arterial en forma intensiva y
sostenida es efectiva para reducir las complicaciones
macro y micro vasculares de la diabetes, aunque no para
evitarlas.
El rol renoprotector de los IECA ha sido documentado en
diabetes tipo 1, en tanto que en el tipo 2 han mostrado
su eficacia sobre otras drogas hipotensoras para
demorar la aparición de enfermedad renal manifiesta en
quienes ya tienen microalbuminuria, aunque no en detener
la evolución a la insuficiencia renal en aquellos que ya
evidencian franca proteinuria.
Debe tenerse en cuenta que fármacos como los diuréticos
y
β-bloqueantes
pueden generar alteraciones leves a moderadas de los
lípidos plasmáticos. Esto no significa que no deban
utilizarse, sino que su empleo deberá ser criterioso en
los diabéticos.
En realidad, prácticamente todos los fármacos con acción
antihipertensiva han demostrado sobradamente su eficacia
y utilidad, siendo difícil, sino imposible seleccionar
cual es el mejor.
En mi opinión el tratamiento debe ser personalizado,
seleccionado la monodroga o la combinación que mejor
protección y beneficio ofrezca al paciente.
Si bien se ha cuestionado que en el estudio ALLHAT se
incluyo un significativo número de individuos de raza
negra, conocidamente sensibles a la acción de diuréticos
por su menor capital glomerular, y que esto podría
reconocer un trasfondo vinculado con los gastos en el
sistema de salud de los Estado Unidos de Norte América,
no es menos cierto que los resultados obtenidos
mostraron que, de una u otra manera, todos eran útiles a
excepción de la rama doxasosina, que fue interrumpida.
Baste recordar que hace apenas cincuenta años, se
consideraba que el tratamiento de la hipertensión
arterial era una tarea improbable, difícil, de
resultados inciertos. Hoy podemos afirmar que disponemos
de fármacos efectivos y seguros que han demostrado
cabalmente su utilidad.
Si bien aún no se ha logrado el tratamiento ideal, el
advenimiento de nuevas drogas y un mayor conocimiento de
aquellos mecanismos aun no desentrañados permitirán que
en un futuro esta patología tan frecuente, que influye y
se vincula con múltiples factores de riego, pueda ser
controlada de modo definitivo.
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