Manejo quirúrgico
La cirugía continua siendo la base del tratamiento
para casos más complicados o severos de infección
profunda de cuello. Las indicaciones incluyen:
·
Compromiso de la vía aérea
·
Condición crítica
·
Septicemia
·
Complicaciones
·
Infección descendente
·
Diabetes mellitus
·
Falta de mejoría clínica después de 48 hrs del
inicio de antibióticos parenterales.
·
Abscesos mayores de 3 cm que involucren los espacios
pre-vertebral, anterior visceral o carotideo ó que
involucren más de dos espacios.
El drenaje quirúrgico puede realizarse de diversas
formas, incluyendo una incisión simple intra o extraoral
con drenaje para abscesos superficiales, ó un abordaje
cervical externo más extenso para infecciones más
profundas y complicadas. Los abscesos pequeños y
uniloculares pueden responder bien a la aspiración con
aguja guiada por imagen, mientras que los abscesos más
grandes y multiloculares usualmente requieren incisión y
drenaje.
Independientemente del abordaje, debe obtenerse un
espécimen quirúrgico (ya sea pus aspirada o tejido
desbridado) y enviarse para tinción de gram y cultivos
tan pronto como se entre a la cavidad del absceso. Es
importante la adecuada reposición de líquidos antes de
la cirugía, ya que estos pacientes frecuentemente se
presentan deshidratados.
La mediastinitis resulta de una diseminación hacia abajo
de una infección que involucra los espacios que incluyen
la longitud del cuello o el espacio visceral anterior.
Los organismos causales varian, dependiendo del origen
de la infección, la mayoría de los casos son
polimicrobianos e incluyen aerobios y anaerobios. Los
pacientes afectados refieren frecuentemente dolor
torácico o disnea, y la radiografía de tórax o la TAC
puede demostrar ensanchamiento del mediastino o
neumomediastino. El drenaje transtorácico es necesario
cuando la infección se disemina por debajo de la carina.
En un estudio la tasa de mortalidad para los pacientes
que tenían mediastinitis fue de 40%.
El síndrome de Lemierre, o tromboflebitis purulenta de
la vena yugular interna, resulta de la diseminación de
la infección al espacio carotideo. Los hallazgos
patognómonicos incluyen edema e hiperestesia en el
ángulo de la mandíbula y sobre el músculo
esternocleidomastoideo, junto con signos de sepsis
(picos febriles, escalofríos) y evidencia de embolismo
pulmonar. Esta complicación puede detectarse utilizando
ultrasonido de alta resolución, TAC o RM. El tratamiento
incluye terapia antibiótica prolongada dirigida por
cultivo y sensibilidad, y se recomienda la
anticoagulación por 3 meses cuando existe progresión del
trombo ó émbolos sépticos. Los casos que no responden
requieren ligadura y resección quirúrgica de la vena
yugular interna. Los agentes fibrinolíticos pueden
usarse hasta 4 dias después del inicio, pero tienen un
riesgo mayor de hemorragia que la anticoagulación. Otra
opción para pacientes que no toleran la anterior a largo
plazo es la colocación de stent endovascular y
filtros de la vena cava superior.
El aneurisma o ruptura de la arteria carótida puede
presentarse como una masa pulsátil cervical y
frecuentemente cursa con cuatro signos cardinales:
1.
Hemorragias centinelas recurrentes de la faringe
u oído
2.
Curso clínico de 7 a 14 días
3.
Hematoma de los tejidos cervicales circundantes
4.
Colapso hemodinámico
El reconocimiento temprano y la cirugía para lograr el
control proximal de la arteria carotida común es
esencial, debido a que una ligadura más distal puede ser
imposible. Los procedimientos radiológicos
intervencionistas tales como el stent
endovascular o la oclusión de vasos son una opción en
casos menos urgentes.
La fascitis cervical necrotizante es una infección
fulminante que se disemina a través de los planos de la
fascia y causa necrosis del tejido conectivo. Los
patógenos involucrados son usualmente polimicrobianos y
odontogénicos, e incluyen S pyogenes, Clostridium
perfringens, y aerobios y anaerobios mixtos. El
estafilococo dorado meticilino-resistente ha sido
reconocido recientemente como una causa importante y
puede necesitar tratamiento con vancomicina de forma
empírica. Los pacientes con fascitis necrotizante se
presentan enfermos de forma aguda, con fiebres altas, y
la necrosis de la piel puede ser blanda, edematosa y
eritematosa, con transición indistinta a la piel normal.
La crepitación de los tejidos blandos debida a la
infección por organismos productores de gas, puede estar
presente, y en casos más avanzados, la piel está pálida,
con anestesia, oscura, con ámpulas y descamación. La TAC
puede mostrar celulitis difusa con infiltración a la
piel y tejidos subcutáneos, y miositis, líquido
compartimental y acumulación de gas. El tratamiento de
esta complicación debe ser en la UCI e incluye
antibióticos parenterales junto con desbridación
quirúrgica temprana y frecuente de cualquier tejido
desvitalizado.
La herida debe dejarse abierta y cubierta con gasas con
antibiótico hasta que la infección ceda. El oxígeno
hiperbárico es útil como un tratamiento adyuvante en
pacientes hemodinamicamente estables. La fascitis
necrotizante se acompaña frecuentemente de mediastinitis
y sepsis, que aumentan el riesgo de mortalidad.
La neumonía por aspiración, los abscesos pulmonares,
empiema e incluso la asfixia pueden ser consecuencia de
rupturas de abscesos hacia la laringe o tráquea con la
aspiración subsecuente del drenaje purulento. El
síndrome de Horner y las parálisis de los pares
craneales IX y XII resultan de infecciones que invaden
el espacio carotideo. La osteomielitis puede afectar la
mandíbula ó cuerpos vertebrales cervical, y puede
provocar subluxación vertebral. La sepsis frecuentemente
es una causa directa de mortalidad en estos pacientes.
Otras complicaciones potenciales incluyen meningitis,
absceso intracraneal y coagulación intravascular
diseminada.
En un estudio publicado en el 2005 en un hospital de
concentración de la ciudad de México, las
complicaciones observadas en orden de frecuencia
fueron las siguientes:
-
Mediastinitis: 84.61%
-
Neumonía: 76.92%
-
Síndrome de insuficiencia respiratoria aguda (SIRA):
61.53%
-
Choque séptico: 46.15%
-
Derrame pleural: 38.46%
-
Insuficiencia renal aguda: 7.69%
-
Tromboembolia pulmonar: 7.69 %
-
Desequilibrio hidroelectrolítico: 7.69 %
-
Lesión de vasos del cuello post-curación: 7.69%